lunes, 3 de diciembre de 2012

Dia de la industria segregadora minusvalidista

Cada día 3 de diciembre, "Día Internacional de la Discapacidad", dan ganas de gritar lo mismo que ya gritamos el año pasado desde el 15M en Barcelona: ¡¡ a la mierda el día 3, viva el día 10 ¡¡ Y entonces sí, el día 10 de diciembre, "Día Internacional de los Derechos Humanos" escribir algún manifiesto razonado y razonable, al estilo -por ejemplo- de que publicamos en 2009 desde el Fòrum de Vida Independent de Catalunya.

Pero hoy no puedo esperar al día 10, porque dicen que quien calla otorga y no sería bueno que nadie se llevase a engaño dando por hecho que las manifestaciones de ayer en Madrid o de hoy en Barcelona recogen todas las voces, las miradas, los análisis y las propuestas sobre la diversidad funcional. Reconozco casi la totalidad de lo que quiero expresar en la nota de prensa de Solcom, pero vista la confusión que ha causado su finísima sutileza en algunas personas que comparten nuestro punto de vista, parece necesario explicitar algo más el mensaje de fondo.

Para empezar, hay que situar el actual marco de abolición de derechos, recortes de servicios y mercantilización de la vida en el terreno político. Es un problema político, con causas políticas y con soluciones políticas. Basta ya de decir que es "sólo una cuestión de sentido común", basta ya de alinearse con aquella conocida postura de Franco de "usted haga como yo, no se meta en política" Por supuesto que no debe hacerse un tratamiento partidista del tema, pero sí político. Politiqueo no, política con mayúsculas sí. Y en ese análisis político no se puede pasar por alto quiénes reforman la Constitución para priorizar el pago de intereses a la banca por encima de cualquier otra cosa, o aprueban una ley de "estabilidad presupuestaria" que materializa esa barbaridad, o aprueban/recortan una Ley de Dependencia torticera y clientelar, o dan por bueno el paripé de adaptación de la normativa española a la Convención de la ONU, o incumplen sistemáticamente la LISMI, la LIONDAU, la Ley de Servicios Sociales de Cataluña...Si no identificamos bien las causas del desastre, ¿cómo vamos a encontrar soluciones?

Además del marco político de la cuestión, no se puede obviar el entramado institucional donde todo ello sucede. Y ahí, "la discapacidad organizada/articulada", "el interlocutor válido", como se autodenominan, deberían iniciar un serio proceso de autocrítica desde sus bases sociales, si es que ello es estructuralmente posible. Tanto se han articulado que cuesta distinguirlos de la propia Administración en objetivos y en prácticas. Es ilustrativo que, a diferencia de la salud, la educación o las pensiones, aquí no se esté hablando de privatizaciones, porque ya es (casi) todo privado y privado concertado. Se pasó de la reivindicación de derechos a la gestión de servicios, precarios, graciables, opacos y clientelares. Por supuesto, hay pequeñas entidades que trabajan de manera mucho más cercana a sus bases, pero no es el caso de las grandes macroconfederacionesintergalácticas. ¿Por qué en todos los órganos de representación siempre se está de acuerdo con el Gobierno de turno? ¿Por qué no se han plantado ni una sola vez ante ninguna ley? ¿Por qué nunca se han implicado en movimientos sociales que han hecho visible la diversidad funcional en las calles de Madrid y de otras ciudades en los últimos 6 años? ¿Por qué no han apoyado a grupos de activistas que han llegado a encerrarse en el Imserso o en la Oficina de la Comisión Europea luchando por los derechos de las personas con diversidad funcional? ¿Por qué convocan manifestaciones en las que invitan a la Administración a darnos discursos?

Demasiadas preguntas a las que no puedo encontrar una respuesta satisfactoria como para sentirme representado con las manifestaciones de ayer en Madrid y de hoy en Barcelona. No me representan, seguiré haciendo activismo de base anclado en la participación directa y en la organización de redes no jerárquicas de personas con diversidad funcional. Ojalá me equivoque, pero interpreto la campaña "SOS discapacidad" (el lema ya es indicativo del fondo ideológico subyacente) como una instrumentalización de las personas con diversidad funcional para seguir explotando esa industria de la segregación minusvalista (escuelas especiales, residencias, centros especiales de trabajo, loterías...) en la que nos toca el triste papel de ser materia prima, a penas carboncillos que arrojar a las calderas de una máquina económica que poco tiene que ver con los derechos humanos.

Finalmente, para acabar de hacer amigos y ante el terror que me inspira el "pacto de estado" que se propone como "solución", me gustaría instar a las fuerzas políticas, sindicales y sociales que proclaman su voluntad de transformar la sociedad combatiendo desigualdades y poniendo en valor la diferencia, a reflexionar seriamente sobre qué modelo de acción social quieren aplicar a la realidad de la diversidad funcional. Sin modelo, no hay alternativa. Debe acabarse "el todo es bueno, todo suma" y atreverse de una vez a dejar de identificar la industria segregadora como parte de la solución y asumir que es parte del problema.