miércoles, 9 de diciembre de 2009

Manifest en commemoració del dia internacional dels drets humans. NO al tancament en institucions

La Convenció dels drets de les persones amb “discapacitat” (en endavant, diversitat funcional), que és el primer tractat internacional de drets humans del segle XXI, aprofundeix en el procés d'explicitar i dotar de significació per a les persones amb diversitat funcional els drets reconeguts a la Declaració universal dels drets humans. Forma part del cos jurídic espanyol des del 3 de maig de 2008 i té com a objectiu garantir a les persones amb diversitat funcional l’exercici efectiu de tots els drets humans i el respecte a la seva dignitat inherent. En particular, reconeix explícitament el dret a la vida independent i obliga els Estats a proporcionar l’assistència personal necessària per a fer vida en comunitat, amb plena participació social i en igualtat d’oportunitats amb la resta de la ciutadania.

Cal entendre que viure en una institució no és “viure en un cert tipus d’edifici”, sinó “viure segons les regles, valors i prioritats establerts per altres”, i això es dona tant als centres residencials com vivint en reclusió a l’àmbit familiar. Viure en institucions impedeix l’exercici dels drets humans i de les llibertats fonamentals en igualtat de condicions amb la resta de la ciutadania. Concretament, viure en institucions per raó de diversitat funcional vulnera els articles 3, 5, 12, 13, 16, 17, 18, 20, 21, 22, 23, 24, 25, 26, 27, 28, 29 i 30 de la Declaració universal dels drets humans.

En paraules del Comissari de drets humans del Consell d’Europa, Thomas Hammarberg, “La clausura de les institucions no és un objectiu en sí mateix, però és un mètode per assegurar la independència i la inclusió de les persones amb diversitat funcional”. En tant que no hi hagi una prohibició explícita de la institucionalització, caldrà garantir la llibertat real de triar entre els recursos institucionalitzadors i els suports per a una vida independent. No es pot considerar que algú ingressa lliurament en una institució quan l’Administració assumeix un cost de 3.100 €/mes en la plaça residencial si la persona accepta ser institucionalitzada i només 1.300 €/mes per a assistència personal si vol fer vida independent.

Tal i com constata la Declaració del Parlament de Catalunya amb motiu del 60è aniversari de la Declaració universal dels drets humans, “Tots els drets humans són universals, indivisibles i interdependents, i cap no té prioritat sobre cap altre”. Bona mostra d’aquesta interdependència és el fet que la manca de llibertat i el dèficit de ciutadania que afecten les persones amb diversitat funcional s’ha transmès històricament a les dones del seu àmbit familiar i a les persones que hi treballen fent atenció professional. Garantir l’exercici efectiu del drets humans a les persones amb diversitat funcional revertirà en una societat més justa i més lliure per a tothom. L’única manera de preservar allò que ens fa iguals –la dignitat- és assumint, valorant i potenciant allò que ens fa únics i diferents: la diversitat.

És per tot això que manifestem que cal:

- Aturar la construcció de més institucions que segreguen les persones amb diversitat funcional
- Desenvolupar la Llei de serveis socials prioritzant la promoció de l'autonomia personal, tal i com estableix la seva disposició addicional primera.
- Possibilitar que els Plans individuals d'atenció s'adaptin a cada persona proporcionant hores suficients d'assistència personal per poder fer vida independent i no dependre de la família.
- Millorar la Cartera de serveis socials reconeixent com a drets subjectius l'assistència tecnològica, la supressió de barreres i l'adaptació de l'entorn.

viernes, 30 de octubre de 2009

La follonera

A Míriam le encantaban las sorpresas, tenía un fino sentido del humor y destilaba ironía por toneladas. Así que, después de todo, no debería haberme pillado tan desprevenido que se marchase así, de improviso y dejando sobre el tapete la irresoluble paradoja de hacerme sentir una tristeza abrumadora cuando he tenido la inmensa suerte de compartir un trecho de nuestros caminos en la vida, con no pocas curvas pero poblado de risas, sueños a medio cumplir y complicidades varias. No te rías puñetera, no tiene tanta gracia como crees, como sea verdad eso del más allá ya te pillaré, ya...

Imagino que la muerte es una realidad difícil de afrontar para cualquiera, pero los ateos practicantes tendemos a autocompadecernos pensando que para nosotros resulta especialmente dura en comparación a quienes tienen la fortuna de creer en vidas ulteriores, reencarnaciones, paraísos eternos y opios similares. Incluso quienes momentáneamente, embargados por el dolor y la rabia, abdican de su fe en la bondad de entes sobrenaturales y todopoderosos se encuentran en mejor situación que nosotros, porque si hay algo más insoportable que la crueldad de un plan cósmico incomprensible es la indeferencia del caos áspero y ciego a merced del cual nos sentimos zarandeados los ateos recalcitrantes.

Es por eso que me sé especialmente afortunado de haber compartido con Míriam un tiempo de nuestras vidas, porque los momentos en que la ternura de un gesto, la calidez de una palabra, la chispa de una sonrisa o el temblor reconfortante de sentirnos cómplices en el fragor de la batalla son fuentes de paz y alegría que brotarán por siempre por seco e inclemente que pueda mostrarse este desierto de devastaciones que puede llegar a ser, a veces, la vida. Esto me ha regalado Míriam, un sentido de la trascendencia que no tiene que ver con actos de fe, sino con la presencia real, cotidiana, cuasi física, de lazos indisolubles que nos sujetan a la celebración y al goce de la vida.

Su fina inteligencia le hizo consciente de la obscena sutileza de la discriminación, su tenacidad inquebrantable la convirtió en una luchadora inasequible al desaliento, su energía desbordante encontró expresión en ese personaje entrañable que fuimos construyendo para referirnos a ella con cariño y admiración: la follonera. Ella se defendía, medio muerta de risa, diciendo que de toda esa fama de insurgente incendiaria y megafonera que hablaba hasta por los codos no había de cierto “ni la cuarta parte”...y así tituló su blog, en el que nos contó sus andanzas por tierras escandinavas, recientemente publicadas en forma de artículo en el último número de la revista “Sobre ruedas”. Ese también es parte de su legado, la lucidez con que expresó sus ideas en artículos como el ya mencionado o cartas como la que publicó en La Vanguardia sobre la visita del insigne Stephen Hawking a sus amadas tierras gallegas.

Al final te has salido con la tuya, en la próxima mani cantaré...pero ya no será con el megáfono, sino con el miriáfono. Te quiero, follonera.

miércoles, 24 de junio de 2009

Mi amigo Manolo ha vivido

Manuel Lobato ha muerto. Si es que ello fuera posible. Algo ha pasado y la gente quiere explicarlo con la frase “Manuel Lobato ha muerto”, pero no creo que eso sea posible. Sería tanto como afirmar que mañana el Sol no saldrá, o dar la noticia de que en Pozuelo de Alarcón está lloviendo hacia arriba. Simplemente, no puede ser. Manolo encarna la vida misma, nos hace sentir el esplendor glorioso de cada momento en que estalla el tiempo...cuando reímos acompañados, cuando soñamos despiertos, cuando amamos a quemarropa o cuando la ternura se nos agolpa en la garganta a cada beso...

Así que si alguien quiere hablar de lo que ha pasado tendrá que explicarlo de otra manera, decir que el mundo ha cambiado o que el significado de las palabras vida y muerte no volverá a ser el mismo...o que ya no será tan sencillo sentirse atravesado por la vitalidad relampageante con que Manolo nos sacudía, que ya no estarán sus manos para guardar lo que de cálido tiene este mundo, ni su risa explosiva para resquebrajar la fría bóveda del cielo e inundar de luz y humanidad los corazones de todos y cada uno de quienes le conocimos...pero que nadie diga que Manolo se ha ido, él sigue ahí; en el relámpago vital, en las manos cálidas, en los corazones inundados, en la risa explosiva....

No puedo evitar la sensación de que si él leyese esto me apretaría la mano riendo, con la contagiosa y atronadora alegría con que sólo el podría hacerlo...”tronco, cómo te complicas” me diría....”basta con que pongas “Manuel Lobato ha vivido” “....y desde luego que ha vivido; sus ojos centelleantes se han humedecido ante el fulgor de increíbles paisajes siempre nuevos, no tanto porque cambiase el paisaje como por la frescura con que cambiaba su mirada indomable...su amor desbordante ha traído a este mundo dos hijos maravillosos (Marta, Alberto, os queremos) y ha tocado el corazón de cuantos nos cruzamos en sus locos sueños...su hechizo vitalista ha llenado de música bares, parques, salas de reuniones, conferencias, tugurios y hasta el mismísimo mar abierto...

Oiréis decir que fue un sabio, un maestro de vida, un luchador irreductible, un amante radical de la libertad, un artesano de la verdadera humanidad....y todo ello es cierto...y mucho más....no tanto porque podemos -fácilmente- extraerlo de sus escritos o deducirlo de sus discursos, sino por la indomable pasión que nos transmitió viviendo como pensaba, viviendo como sentía, viviendo, viviendo...

Manolo, te quiero mogollón tronco.

jueves, 5 de febrero de 2009

Redes de conocimiento emancipador

Pocas cuestiones relativas a la educación han suscitado tanto interés público y mediático –sospecho que más lo segundo que lo primero- como la asignatura “Educación para la ciudadanía y los derechos humanos”. Se han vertido ríos de tinta (y de bilis) a favor y en contra, en un debate a menudo más apasionado que apasionante. El Tribunal Supremo necesitó dos días y medio de deliberaciones para fallar la última (?) sentencia sobre un asunto que llevaba ya años siendo analizado hasta la extenuación desde ámbitos políticos, jurídicos y pedagógicos. Bueno, pedagógicos no tanto. Si la pedagogía hubiese tenido un mayor protagonismo en el debate seguramente no habría pasado tan desapercibido el hecho de que además de a los contenidos es imprescindible prestar cierta atención a la didáctica; el “qué” sin el “cómo” no funciona.

Tenemos tendencia a atiborrar de normas, discursos y manuales a nuestros polluelos, pasando por alto la irreductible tozudez con que se empeñan en aprender más de lo que sus atónitos ojos nos ven hacer que de lo que machaconamente les decimos que deberían hacer. Y no estaría de más facilitar vías de participación que les permitan ejercer esa ciudadanía para la que se les quiere formar; cualquier ética para la ciudadanía debe anclarse fundamentalmente en la práctica.

Desde el ámbito de la pedagogía se nos ofrecen algunas propuestas formativas centradas precisamente en vincular aprendizaje, ejercicio de ciudadanía y transformación social; el aprendizaje servicio (learning service). Según definición del Centro Promotor del Aprendizaje Servicio de Catalunya “es una propuesta educativa que combina procesos de aprendizaje y de servicio a la comunidad en un solo proyecto bien articulado en el que los participantes se forman trabajando sobre necesidades reales del entorno con el objetivo de mejorarlo”. Sólo en la medida en que la intención pedagógica, la voluntad solidaria y la capacidad transformadora resulten significativas, indisociables y armónicamente intervinculadas podemos hablar de una verdadera experiencia de aprendizaje servicio, más allá de los servicios institucionales, las campañas solidarias esporádicas o los campos de trabajo (por citar algunas actividades con las que se le suele confundir)

Un ejemplo. Imaginemos que queremos enseñar a estudiantes de secundaria el valor de la diversidad humana y el derecho a la libertad de opción sexual. Un servicio institucional programaría esos contenidos dentro de la asignatura de Educación para la ciudadanía, y/o organizaría algunas charlas impartidas por expertos en la materia, representantes de ONG’s, etc. Una campaña solidaria podría consistir en colaborar repartiendo folletos informativos con ocasión del Día del orgullo gay. Algo parecido a un campo de trabajo sería encomendar al alumnado la tarea de realizar una serie de encuestas a propuesta del profesorado, la Administración o alguna ONG. Una propuesta de aprendizaje servicio podría articularse entorno a la creación de un taller de teatro estable que idease, desarrollase y representase una obra de teatro cada curso, aplicando conocimientos teóricos de diferente áreas (lengua, literatura, ciencias sociales, educación física, visual y plástica...) en el marco de una colaboración entre alumnado, ONG’s, agrupaciones/escuelas locales de teatro, concejalía de derechos civiles, etc.

Todas las actividades mencionadas tienen un cierto valor y utilidad, pero cualquiera que atesore la experiencia de observar la bovina expresión facial reinante en un grupo de 3º de ESO (por ejemplo) cuando en clase de tutoría se lee un cómic supermodernoyprogresista sobre diversidad y libertad de opción sexual intuye que valdría la pena contar con la formación y los recursos necesarios para intentar experiencias del estilo a la propuesta como ejemplo de aprendizaje servicio.

Curiosamente, mi interés por el aprendizaje servicio no surgió de ninguna peripecia similar a la descrita con el imaginario grupo de 3º de ESO –y he vivido unas cuantas- sino de la necesidad de articular una propuesta formativa para aquellas personas con diversidad funcional que, necesitando apoyos generalizados para las actividades cotidianas, deseamos ejercer el derecho a una vida independiente, con plena participación social y en igualdad de oportunidades con el resto de la ciudadanía. ¿Qué necesitamos aprender? ¿cómo se nos debería enseñar? Las personas sin diversidad funcional aprenden a vivir de manera independiente viviendo de manera independiente, apoyándose en el marco referencial que constituye la experiencia similar de sus conocidos, familiares, amigos, personajes de ficción, etc. Las personas con diversidad funcional hemos vivido –cuando no se nos ha aniquilado- exquisitamente segregadas en instituciones o amorosamente arrinconadas al cuidado de la familia, carecemos de un relato social denso y variado que facilite ese aprendizaje vital por el que transita el resto de la ciudadanía.

Es necesario crear redes sociales de cooperación y autocapacitación mediante el apoyo entre iguales, en las que el conocimiento basado en la experiencia vital propia sea compartido en horizontal y no impuesto en vertical por “expertos” sin diversidad funcional. Esta vía emancipatoria puede estructurarse en forma de aprendizaje servicio, amplificando su potencial transformador sobre la comunidad al favorecer simultáneamente la libertad de las personas con diversidad funcional y la de las mujeres del entorno familiar que tradicionalmente se han ocupado de los “cuidados informales”, así como la dignificación de ocupaciones que en buena parte siguen inmersas en la economía sumergida.

Si bien el aprendizaje servicio constituye una estrategia de acción muy potente para conseguir la transformación social mediante la educación –cómo enseñar-, la creación de redes de conocimiento emancipador requiere completar la propuesta metodológica profundizando también en la generación misma de conocimientos –qué enseñar-. Hay que romper la relación de dependencia intelectual respecto al conocimiento establecido oficialmente, creando un nuevo saber que surja de la fusión del conocimiento científico con el que proviene de la experiencia vital propia mediante un proceso de dialogicidad crítica. Este enfoque se conoce como investigación acción participativa, que siguiendo la definición de Marcela Gajardo es una “Propuesta metodológica, inserta en una estrategia de acción definida, que involucra a los y las beneficiarias de la misma, en la producción de conocimientos. Persigue la transformación social, vista como totalidad y supone la necesaria articulación, de la investigación educación y acción.”

El aprendizaje servicio y la investigación acción participativa se complementan, matizan y enriquecen mutuamente para tejer redes de conocimiento emancipador, y éste es un hecho que resulta interesante más allá del ámbito de la diversidad funcional. Ambas propuestas metodológicas comparten la necesidad de convertir a quienes eran “objetos de intervención” en “sujetos activos en la construcción y transformación de su propia realidad”, facilitando el empoderamiento (empowerment) de los individuos y de los grupos oprimidos que les permita recuperar niveles de control y responsabilidad sobre su propia vida como elemento indispensable para su verdadera emancipación. La construcción de redes de conocimiento emancipador requiere establecer relaciones de partenariado y sinergias entre el mundo de la educación, poderes públicos, movimientos sociales, ONG’s y, en general, todos aquellos actores que asumen el compromiso de transformar una realidad social marcada por la injusta distribución de recursos y oportunidades para un ejercicio efectivo de todos los derechos humanos.

Las redes de conocimiento emancipador constituyen una propuesta para mejorar la calidad de la educación formal y para contribuir (también en ámbitos no formales) al desarrollo de una ciudadanía activa, responsable y comprometida con la justicia social. Pocos paradigmas como éste se cimientan en principios, objetivos y métodos que respondan tan sugestivamente a los desafíos para una educación de calidad en el siglo XXI que planteaba el informe de la UNESCO “Educación: hay un tesoro escondido dentro” (Delors, 1996): “aprender a ser, aprender a hacer, aprender a aprender, aprender a vivir juntos”.